segunda-feira, 22 de março de 2010


JOAQUÍN PASOS

(1914-1947)








POEMA EN PIE

¿Qué actitud, qué gallarda pose original se puede tomar
ante la proximidad de este poema?
Te lo pregunto a ti, ¡Oh hábil diseñadora de nuevas sonrisas!
         la única
que puede ofrecerme en un plan de cinco minutos la más
          conveniente arquitectura de mi genio actual.

Decían los maestros chinos de la dulce poesía
que el poeta quedaba enfermo y ojeroso después del transe
         amargo;
pero yo te suplico, bondadosa musilla de ojos ingenuos
que no hagas que mi miel sea elaborada a cosas de mi
         sangre,
porque mucha sangre se ha desperdiciado últimamente y
         andan escasos de leche los pechos de las madres.

Un poema que sale a pie, y como está inédito, yo le digo:
         Hasta que te vea te creo,
Pretendo primero, sacudirme de encima estas alas de ángel
         que me agobian,
a ver si botando todas esa pluma quedo con la ternura
         virginal del pollo
o siquiera con algo de ese equilibrio inestable de lo que
         da risa,
tan lleno de emoción y de lágrimas como el cristal que
         ya va a caer
y no cae, peo que sabe que ya va a caer.



LOS INDIOS VIEJOS

Los hombres viejos, muy viejos, están sentados
junto a sus cabras, junto a sus pequeños animales mansos.
Los hombres viejos están sentados junto un río
que siempre va despacio.
Ante ellos el aire detiene su marcha,
el viento pasa, contemplándolos,
los toca con cuidado
para no desbaratarles sus corazones de ceniza.

Los hombres viejos sacan al campo sus pecados,
Éste es su único trabajo.
Los sueltan durante el día, pasan el día olvidando,
y en la tarde salen a lazarlos
para dormir con ellos calentándose.


CANTO DE GUERRA DE LAS COSAS

(fragmentos)

Cuando lleguéis a viejos, respetaréis la piedra,
si es que llegáis a viejos,
si es que entonces quedó alguna piedra.
Vuestros hijos amarán al viejo cobre,
al hierro fiel.
Recibiréis a los antiguos metales en el seno de vuestras familias,
trataréis al noble plomo con la decencia que corresponde a su
carácter dulce;
os reconciliaréis con el zinc dándole un suave nombre;
con el bronce considerándolo como hermano del oro,
porque el oro no fue a la guerra por vosotros,
el oro se quedó, por vosotros, haciendo el papel de niño mimado,
vestido de terciopelo, arropado, protegido por el resentido acero...
Cuando lleguéis a viejos, respetaréis al oro,
si es que llegáis a viejos,
si es que entonces quedó algún oro.

El agua es la única eternidad de la sangre.
Su fuerza, hecha sangre. Su inquietud, hecha sangre.
Su violento anhelo de viento y cielo,
hecho sangre.
Mañana dirán que la sangre se hizo polvo,
mañana estará seca la sangre.
Ni sudor, ni lágrimas, ni orina
pondrán llenar el hueco del corazón varío.

(...)

Todos los ruidos del mundo forman un gran silencio.
Todos los hombres del mundo forman un solo espectro.
En medio de este dolor, ¡soldado!, queda tu puesto
vacío o lleno.
Las vidas de los que quedan están con huecos,
tienen vacíos completos,
como si se hubieran sacado bocados de carne de sus cuerpos.
Asómate a este boquete, a este que tengo en el pecho,
para ver cielos e infiernos.
Mira mi cabeza hendida por millares de agujeros:
a través brilla un sol blanco, a través un astro negro.
Toca mi mano, esta mano que ayer sostuvo un acero:
puedes pasar en el aire, a través de ella, tus dedos!
He aquí la ausenda del hombre, la ausenda de carne, miedo,
días, cosas, almas, fuego.
Todo se quedó en el tiempo. Todo se quemó allá lejos.



2 comentários:

Jefferson Pinheiro disse...

a poesia acabou?

Anônimo disse...

quem és tú que escreve tão certeiramente?